Ahora que comienza la temporada estival,
este año adaptada a la “nueva normalidad”, la figura de los custodios del
románico cobra todavía más importancia. Cuando nos preguntan que hace único
nuestro románico, hablamos de la cantidad, la calidad y la humanidad; el
románico palentino no sería lo mismo sin esas personas que lo enseñan de forma
desinteresada desde los albores de los tiempos.
No solo son los encargados de custodiar
la llave del templo románico sino los cuidadores de dichos edificios, es por
ello que cuando van desapareciendo por el inexorable paso del tiempo, las
iglesias se quedan solas, desvalidas e incluso abiertas a su suerte. La
despoblación acelerada que sufren nuestros pueblos nos lleva a plantear con
miedo que pasará en un futuro no muy lejano e inevitablemente no podemos dejar
de ver una realidad difícil o, ¿podemos creer en una posible utopía?.
La mayor parte de las pedanías de Aguilar
cuentan con un testimonio románico de gran valor, dicho arte se ha convertido
en uno de los emblemas de nuestra provincia, propaganda de las
administraciones, objeto de deseo de lo entendidos, parada obligada de los
visitantes y motivo de orgullo de los vecinos y vecinas; pero a veces no se le
da el valor que se merece al encargado de que podamos disfrutar de todas esas
joyas.
Puede que el aprecio a su figura me venga
de herencia, puede que los que hemos sido un poco custodios entendamos que su
papel no se reconoce lo suficiente y que incluso que a veces no es valorado.
Por ello no estaría mal que al igual que queremos que el románico palentino sea
Patrimonio de la Humanidad, busquemos por todos los medios que los custodios
reciban el homenaje que se merecen pues ellos son nuestro patrimonio, único e irrepetible.
Este verano atípico cuando visitemos cada
iglesia, cuando veamos a los custodios esperándonos en las puertas, cuando nos
reciban con su sonrisa y sus ganas de mostrar su orgullo, no dudemos en darles
las gracias y por un momento pensemos lo afortunados que somos.
Ojalá nunca desaparecieran…ojalá ellos
fueran inmortales como su románico.
Autora: Cristina Párbole
La Huella Románica
Imagen: Pueblos Vivos
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